La Ed Física y la adolescencia.

La Educación Física como espacio de transformación en la adolescenci

La adolescencia es una etapa de búsqueda constante. De identidad, de pertenencia, de respuestas. En medio de tantos cambios físicos, emocionales y sociales, la Educación Física aparece como un refugio silencioso: un lugar donde el cuerpo habla lo que muchas veces la palabra calla.
En una sociedad que empuja a compararse, a rendir, a mostrarse perfecto, moverse —simplemente moverse— se vuelve un acto de liberación. El adolescente que corre, salta, juega o se desafía, no solo está entrenando su cuerpo: está explorando sus límites, descubriendo su fuerza, entendiendo lo que significa esforzarse, frustrarse y volver a intentarlo.
Cada juego compartido, cada trabajo en equipo, cada risa o enojo en la cancha es un aprendizaje emocional. 
La Educación Física enseña sin decirlo: enseña a respetar, a confiar, a cuidar del otro. Enseña que el cuerpo no es un enemigo que hay que cambiar, sino un aliado que nos permite sentir, expresar y conectar.
Y en ese encuentro con los demás, también se da el encuentro más importante: el encuentro con uno mismo. Ahí, donde el adolescente deja de competir para empezar a comprender que estar bien no es ganar, sino sentirse parte, sentirse capaz, sentirse vivo.
Por eso, la Educación Física no es solo una hora en el horario escolar. Es un espacio de construcción personal, un puente entre la mente, el cuerpo y el alma. Un lugar donde cada movimiento puede convertirse en una forma de sanar, de crecer y de aprender a estar en el mundo con más conciencia y equilibrio.

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